Algo que me está pasando últimamente es que, al viajar a diferentes países, siento que, en esencia, todos somos iguales. A menudo, esto se traduce en risas cuando una palabra significa una cosa aquí, pero otra completamente diferente allá. A veces, puede que no signifique nada para algunos, mientras que otros se sorprenden o se sienten intrigados.
Los distintos acentos y las formas de pronunciar ciertas letras siempre generan conversaciones interesantes entre quienes hablamos español. Pero al mirarnos a los ojos, algo mágico sucede: «en esencia, somos iguales».
He podido ver en las miradas de otros la misma pasión y entrega por la misión que Dios nos ha encomendado. A pesar de las dificultades que nos sorprenden a diario, hay un fuego interno que nos impulsa. Esa llama encendida nos motiva a poner el corazón en lo que amamos: nuestra vocación y nuestra misión.
A continuación, quiero compartir contigo unas líneas sobre la misión Cielo Abierto en Argentina y Paraguay. Esta fue mi primera vez en Misiones y en Encarnación, no podría estar más emocionada.
Sobre el viaje
Me tomó unas 24 horas llegar a Misiones, Argentina. Esa noche no dormí, ya que pasé algunas horas esperando en el aeropuerto. A 1ºC, hacía frío, y para mí, que soy de sangre caribeña, fue un poco impactante. Sin embargo, como algunos amigos me habían advertido, pude prepararme bien y llevar buen abrigo: bufanda, guantes, etc.
Finalmente, Misiones me recibió con unos 6ºC. Como llegué un jueves, pude integrarme a la Misa y la Noche de Adoración de jueves y viernes. Me encontré con personas alegres que cantaron y adoraron con nosotros. Además, nos consintieron con empanaditas, pizzas, mate y, por supuesto, los famosos asados.
Me llevo un lindo recuerdo de tres personas que nos atendieron en el lugar donde nos hospedamos. No recuerdo sus nombres (me perdonan), así que los llamaré: la cumpleañera, el joven atento y el chef. Ellos se aseguraron de que nuestra estadía y alimentación fueran agradables y adecuadas. Doy gracias a Dios por ellos.
Algunas historias
En esta misión nos acompañó Fran Correa, una hermanita chilena con una voz potente y un gran sentido del humor. Una de sus lindas canciones, «Haz que vea», está inspirada en la historia de Bartimeo, el ciego al que Jesús sanó. Esta canción me motiva a orar por todos los tipos de ceguera, no solo la física. También pienso en aquella ceguera que no me permite ver que, en esencia, somos iguales.
Durante la semana, un sacerdote invitó a quienes tienen la misión de guiar a otros a no descartar a las personas. Nos recordó la importancia de notar cuando la llama de alguien se está apagando. No debemos extinguirla con acciones violentas o impulsivas, sino soplar suavemente para reavivarla. Así como hacemos en una fogata, Dios lo hace con nosotros.
Ana Bolívar lo expresa en su nueva canción «Fogata»: «Encendiste una fogata en mi corazón de hielo, encendiste una fogata con cenizas en el suelo». Si deseas aprender a tocar esta canción, puedes buscar la partitura en la sección de Recursos de mi página web.
Testimonios
En esta misión me conmovió el testimonio de Darwin. Su papá estaba siendo operado de cáncer mientras él, en otro lado del mundo, cantaba «Declaro Victoria». Imagino que fue una decisión difícil no estar con sus seres queridos en ese momento. Sin embargo, eligió una mejor parte: ocuparse de la misión que Dios le encomendó. Confió en Su voluntad y dejó en Sus manos lo que estaba fuera de su alcance.
Si deseas aprender a tocar la canción «Declaro Victoria», puedes buscar la partitura en la sección de Recursos de esta página web.
Por otro lado, Chavo Guerrero nos da testimonio simplemente por estar presente. A sus 60 y tantos, tiene más alegría y energía que muchos. Sin duda, tengo mucho que aprender de él y de David Filio. Ambos son hombres que lo dan todo, con gran talento, ternura y un amor que claramente viene de Dios.
En esta misión es evidente que, más allá de nuestras edades, Dios mira el alma, que es eterna. «En esencia, somos iguales». Esto también me recuerda una canción de Brotes de Olivo que dice: «Todos vamos en el mismo barco, todos somos del mismo barro», titulada «En el mismo barco».
Exhortación
Si a alguno se le está apagando su llama, no seamos esos que contribuyen a extinguirla, sino seamos aquellos que soplan para impulsar la combustión y hacer crecer el fuego nuevamente. Juguemos, cantemos, toquemos, oremos, animémonos los unos a otros, pues el camino es más hermoso cuando lo vivimos juntos.
Sin dudas, la misión nos vuelve familia, compartimos los momentos del día, las comidas, los descansos, los servicios, las lavadas de ropa, las risas, los enojos, el perdón, el juego, todo aquello que se vive dentro del seno de un hogar. Gracias Señor por esta familia, que aunque venimos de distintos lugares, y podríamos parecer muy diferentes, «En Esencia Somos Iguales».
Si gustas también puedes mirar este corto video resumen de esta misión: CA Argentina y Paraguay